miércoles, 23 de febrero de 2011

Solo Inténtalo

El fútbol es una empresa en la actualidad, y como tal, los buenos manejos son fundamentales para el éxito de la marca. El dinero es importante, pero la administración es más, y en el Ecuador hay un ejemplo de aquello, el Deportivo Cuenca le apostó a sus canteras y el tiempo les está dando la razón.

Pintaba para la desbancada total, pero no. Era el candidato al descenso, y tampoco. ¿Qué pasó? En silencio sus directivos le pusieron la mira a las divisiones formativas, y ahora, cuando más las necesitaban, los frutos ya estaban bien rojitos. Pregúntenles a los rivales en cada división lo que ocurre cuando el Expreso los visita: se comen una goleada, sufren un baile y/o con mucha fortuna caen ante el trabajo…

Julio León llegó con el cartel de salvador obligado. Éste directivo parecía un loco en medio de la tormenta provocada por unos pocos despilfarradores-irresponsables, quienes hipotecaron al equipo después de la corona alcanzada en la temporada 2004. En ése momento, y ahora con más razón, no había otra elección o el barco se hundía. Las divisiones formativas tendrían que ser el sustento de un equipo que tuvo que despojarse de las grandes contrataciones y los jugadores consagrados, a cambio del trabajo en sus canteras.

La cuota de extranjeros ha salido del CEFAR, centro de alto rendimiento argentino, donde muchos futbolistas sin equipo pagan una mensualidad que les permita mantenerse en forma a buen nivel. De ahí quienes han llegado al rescate del equipo, junto con un grupo de muchachos con ganas de figurar. Luego 2011, año en el que los bonos se venían a la contra, menos para sus fieles apostadores. Juan José Govea, Andrés López, Jhon Narváez, Roberto Valarezo, Fernando Fajardo, Ángel Mosquera y compañía, aparecieron ya maduritos y con ganas se comerse el mundo.

Luis Soler estudió el proyecto, obviamente porque nadie en otras condiciones hubiese aceptado un reto de tal magnitud, y comenzó el ensamblaje. La estructura estaba lista, a la falta de un par de retoques, luego solucionados con Néstor Ayala y Omar Guerra, y a la cancha se ha dicho. Técnica por encima de todo, calidad en cada puesto, humildad como premisa, y ganas como condición, son las cualidades del Expreso. Este equipo ya no sorprende a nadie, porque año tras año luce mal y acaba bien. Este Deportivo Cuenca está invicto en 2011, y por ahora suma dos victorias y tres empates. ¡Una cosa demencial, pero digna de esos locos que sustentan sus creencias en la metodología!

Y si a la torta le faltaba una cereza, para que luzca más bonita nada más, Walter Chalá se convirtió en el primero de los muchos que con un poco de paciencia dejarán un buen dinerito para solventar las todavía quebradas arcas de la institución. Rubin Kazan decidió cambiarle la vida, y cómo no, si hizo un año espectacular en 2010. Todos ganan, primero el futbolista, quien multiplicará por cien su irrisorio salario de $200; y con justa razón el equipo, que le dio la camiseta, aguantó las torpezas de todo juvenil, mostró al mundo y lo formó con cariño más profesionalismo y paciencia. Dicen que Narváez está cocinado, y cuentan que Govea está en la mira. Lo cierto es que el proyecto está a la vista, y el camino dibujado. Un ejemplo a seguir, en lugar de sentarse a culpar a los empresarios por su proceder (lógico y sobre todo válido) en el fútbol del siglo XXI.

Luis Alberto Otero Hurtado

www.futbolecuador.com

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